PARALELO
Día uno
La melancolía renace y mi voz se desvanece. El pasar de los días arremete
contra aquella pared de cartón, tan bien estructurada como si pudiera
golpearla sin estropearla.
Las horas pasan y este frívolo espacio inunda mi guión.
¡Harta estoy! El entorno contribuye a mi apatía, a mi semejanza con las
mentes sociópatas.
A veces quisiera desaparecer, huir a un lugar distante de la necedad de los
seres humanos, distante de la preocupación excesiva por el bienestar de
las personas que amo con locura.
Quisiera caminar por las calles, en un escenario de video musical,
cortometraje o serie de televisión argentina. Un escenario gris, tal vez sepia,
con la lluvia de verano que aún no disfruto por permanecer atada a mi
mundo civil; las personas en segundo plano acompañadas de estructuras
distorsionadas, el glamour de las calles de Nueva York o lo bohemio de
Londres.
Entrar luego a un loft que alquilé por algo de dinero que guardaba en mi
austera cuenta bancaria, decorado con oleos que compré en algún
mercado de pulgas y algunas baratijas más.
Poco a poco iré llenando mi biblioteca personal, no sin antes comprar
una computadora para escapar entre líneas tipo arial 11, sin espacios y
justificadas.
En ese mundo no me importa lo material, lo trivial, lo profano.
Buscaré empleo, como mesera tal vez, no sin antes idear un plan para
sobrellevar a las personas que me hablarán y juzgarán, como es
costumbre en este universo paralelo.
Me encariñaré con una mascota, que no será mía, tal vez de un vecino;
pero trataré de involucrarme mucho para no aburrirme de la soledad.
Entre trabajo, letras y melancolía; imagino que el diseño de mi ser, volverá
al patrón original y la historia transcurrirá de forma más ligera.
Trataré de plasmar mis vivencias sin dejar todo a medias. Buscaré algún
motivo, alguna luz.
Por las noches disfrutaré de bebidas espirituosas que calmen mi ansiedad,
a veces acompañada de tu álter ego y a veces la soledad me bastará.
Por las mañanas un buen café me ayudará a continuar.
Al concluir la despersonalización, volveré a este escritorio con papeles
inertes, ruidos ensordecedores, voces que murmuran y otras que
vociferan como en el mismísimo infierno; la monotonía reinará y las ganas
de desaparecer resurgirán…
contra aquella pared de cartón, tan bien estructurada como si pudiera
golpearla sin estropearla.
Las horas pasan y este frívolo espacio inunda mi guión.
¡Harta estoy! El entorno contribuye a mi apatía, a mi semejanza con las
mentes sociópatas.
A veces quisiera desaparecer, huir a un lugar distante de la necedad de los
seres humanos, distante de la preocupación excesiva por el bienestar de
las personas que amo con locura.
Quisiera caminar por las calles, en un escenario de video musical,
cortometraje o serie de televisión argentina. Un escenario gris, tal vez sepia,
con la lluvia de verano que aún no disfruto por permanecer atada a mi
mundo civil; las personas en segundo plano acompañadas de estructuras
distorsionadas, el glamour de las calles de Nueva York o lo bohemio de
Londres.
Entrar luego a un loft que alquilé por algo de dinero que guardaba en mi
austera cuenta bancaria, decorado con oleos que compré en algún
mercado de pulgas y algunas baratijas más.
Poco a poco iré llenando mi biblioteca personal, no sin antes comprar
una computadora para escapar entre líneas tipo arial 11, sin espacios y
justificadas.
En ese mundo no me importa lo material, lo trivial, lo profano.
Buscaré empleo, como mesera tal vez, no sin antes idear un plan para
sobrellevar a las personas que me hablarán y juzgarán, como es
costumbre en este universo paralelo.
Me encariñaré con una mascota, que no será mía, tal vez de un vecino;
pero trataré de involucrarme mucho para no aburrirme de la soledad.
Entre trabajo, letras y melancolía; imagino que el diseño de mi ser, volverá
al patrón original y la historia transcurrirá de forma más ligera.
Trataré de plasmar mis vivencias sin dejar todo a medias. Buscaré algún
motivo, alguna luz.
Por las noches disfrutaré de bebidas espirituosas que calmen mi ansiedad,
a veces acompañada de tu álter ego y a veces la soledad me bastará.
Por las mañanas un buen café me ayudará a continuar.
Al concluir la despersonalización, volveré a este escritorio con papeles
inertes, ruidos ensordecedores, voces que murmuran y otras que
vociferan como en el mismísimo infierno; la monotonía reinará y las ganas
de desaparecer resurgirán…
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